Hablar en público es gestionar emociones

Las emociones se reflejan en la respiración, la voz, los gestos, el rostro… este es el desafío de hablar en público, que representa una exposición personal ante los demás.

En el momento en que hacemos una presentación, nuestras emociones están siendo observadas en tiempo real, de ahí el miedo que muchas veces surge cuando se nos desafía a hablar en público. Este temor se manifiesta frecuentemente como una sensación física de incomodidad. El pensamiento se ve dominado por la idea de “todos se darán cuenta de cómo me siento”.

¿Me sonrojaré, temblará mi voz, latirá mi corazón más rápido, me temblarán las piernas y sudarán las manos? ¿Y si olvido todo lo que quiero decir y pierdo el hilo?

La solución no está en ignorar lo que pasa por nuestra mente o el corazón acelerado; es necesario detenerse, tomar conciencia de este temor y buscar soluciones que ayuden a superarlo. Se trata mucho más de gestionar emociones que de miedo y ansiedad.

La buena noticia es que es posible transformar el momento de hablar en público en una oportunidad de compartir de manera saludable y con empatía con quienes nos escuchan.

  • Aprender a gestionar las emociones: cómo liberarse de las inhibiciones y tensiones que bloquean la comunicación.
  • Controlar el «miedo» a hablar en público a través de técnicas de relajación y calentamiento muscular. No se puede separar la preparación del cuerpo de la preparación del contenido de la presentación. Todo cuenta y todo es importante.

Cuando aprendemos a gestionar las emociones, hablar en público nos convierte en personas más seguras y abiertas a los demás.

Cuando aprendemos a gestionar las emociones, hablar en público nos convierte en personas más seguras y abiertas a los demás, contribuye a crear lazos y fortalece la relación entre todos.

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